San José, Corazón de Padre por Carmen J. Torrón

Por Coral Medina, el February 28, 2022

Autor: Angie Menes ن / Fuente: https://www.cathopic.com/es/photo/21704-san-jose-padre-adoptivo-jesus

La Exhortación Apostólica, Patris Corde, fue dedicada a la figura y la misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia, como dice la introducción que la describe. Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra. Con estas palabras el Papa, san Juan Pablo II, describe a san José de una manera tierna y conmovedora. En esta Carta apostólica, publicada con motivo del aniversario de la declaración del Esposo de María como Patrono de la Iglesia Católica, leemos estos atributos. La Iglesia celebra su fiesta el 19 de marzo de cada año.

Padre amado, tierno y obediente

San José, de hecho, expresó concretamente su paternidad al haber hecho de su vida una oblación de sí mismo en el amor puesto al servicio del Mesías. Siempre ha sido amado por el pueblo cristiano. En él, Jesús vio la ternura de Dios, la ternura que nos hace aceptar nuestra debilidad, porque es a través y a pesar de nuestra debilidad, que la mayoría de los designios divinos se realizan. Solo la ternura nos salvará de la obra del enemigo, subraya el Pontífice, y es al encontrar la misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que podemos hacer una experiencia de verdad y de ternura; porque Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona. José es también un padre en obediencia a Dios: con su Sí, salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a hacer la voluntad del Padre. Llamado por Dios a servir a la misión de Jesús, coopera en el gran misterio de la redención y es verdaderamente un ministro de la salvación.

Padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo

José es un padre en la acogida, porque acogió a María sin poner condiciones previas, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente. Pero el Esposo de María es también el que, confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los acontecimientos que no comprende, dejando de lado sus razonamientos y reconciliándose con su propia historia.

La vida espiritual de José no muestra una vía que explica, sino una vía que acoge, lo que no significa que sea un hombre que se resigna pasivamente. Al contrario: su protagonismo es valiente y fuerte con la fortaleza del Espíritu Santo. En la práctica, a través de san José, es como si Dios nos repitiera: “¡No tengas miedo!”, porque la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o triste y nos hace conscientes de que Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas. Y no solo eso: José no buscó atajos, sino que enfrentó con los ojos abiertos lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona. Por ello, su acogida nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles.

Padre valiente y creativo, ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres

Custodio de Jesús y María, José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, de su maternidad y del Cuerpo de Cristo: cada necesitado, pobre, sufriente, moribundo, extranjero, prisionero, enfermo, es el Niño que José guarda y de él hay que aprender a amar a la Iglesia y a los pobres.

Padre que enseña el valor, la dignidad y la alegría del trabajo

Honesto carpintero que trabajó para asegurar el sustento de su familia, José también nos enseña el valor, la dignidad y la alegría de comer el pan que es fruto del propio trabajo. Quien trabaja, colabora con Dios porque se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. De ahí la exhortación del Papa a todos a redescubrir el valor, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva normalidad en la que nadie quede excluido, sin comer y sin trabajo.

Padre en la sombra, descentrado por amor a María y a Jesús

José tiene el apelativo de padre castísimo, que evoca una actitud contraria al afán de poseer, no a sí mismo, sino a Jesús y a María. Su felicidad está en el don de sí mismo, nunca frustrado y siempre confiado; José permanece en silencio, sin quejarse, pero haciendo gestos concretos de confianza. Ser padre nunca es un ejercicio de posesión, sino un signo que nos muestra una paternidad superior, la del Padre Celestial.

 

Carmen J. Torrón

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