«Como si dijeran: Eliminemos al Papa y al Magisterio de la Iglesia»

Por Revista Rayo de Luz, el July 23, 2018

Por: Tote Barrera

/// Seguro que a más de uno le escandaliza este título, pero el verdaderamente escandalizado soy yo. La gente ignora al Magisterio de la iglesia y la persona del romano pontífice, hasta el punto de que casi parece que quisieran eliminarlos.

Lo más triste para mi, no es que gente tan católica, tenga de todo menos un corazón universal (que es lo que significa la palabra «católico»), a la hora de juzgar a un hermano no católico. Lo triste es, que «ser cristiano» para ellos, no tiene nada que ver con practicar la misericordia. Ahí cada cual con su conciencia.

Lo peor y paradójico es que siendo tan católicos no sepan del Catecismo, ni del Concilio, ni siquiera las grandes Encíclicas de Juan Pablo II. Tampoco conocen las declaraciones de la Congregación para la doctrina de la Fe, dirigidas por el entonces cardenal Ratzinger. Y por supuesto, que lo que diga el papa Benedicto XVI les entre por un oído y les salga por el otro. Porque si no tienen corazón para comprender y justificar (la caridad todo lo perdona, lo entiende), al menos deben tener un poco de cerebro para entender y reconocer lo que enseña la iglesia católica. Eso no estaría de más.

A estas alturas todos habrán adivinado: estoy hablando de las reacciones en contra al material kerigmático, carismático y comunitario que proponen las iglesias fuera de la fe católica. Como escritor y bloguero, al hacer un artículo fuerte, me sentía en la necesidad de aclarar previamente mi catolicidad, ortodoxia y absoluta sumisión a la iglesia. Pero descubrí que de nada servía justificarse, porque la gente juzga según a la medida de lo que hay en su corazón («en la medida que juzgues serás juzgado», (cf. Mateo 7, 1-5), y según esta medida nadie se salva de estar bajo sospecha o en entredicho.

Por eso, en vez de hablar desde mi autoridad, que no tengo ninguna, me he preocupado de citar en abundancia todo el Magisterio de la iglesia, al respecto de un tema tan crucial como el ecumenismo con las iglesias cristianas separadas.

No católicos y Católicos son Cristianos
Vemos en blogs, en fanpages de facebook, en escritos de prensa y revista, como diariamente nosotros atacamos y criticamos los esfuerzos de estos hermanos que llamamos, hasta despectivamente «separados». En esto se descubre la poca catolicidad de los propios católicos, que no estudian el Magisterio y no están dispuestos a aceptar los postulados de la iglesia respecto a las iglesias protestantes modernas.

Que no te asusten los nombres en latín, pero esto es lo que dice la Iglesia Católica, sobre los hermanos Cristianos no católicos:

1. Lumen Gentium 8: «Esta iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. Si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica.» Lo cual, se interpreta así: «La iglesia es única, y en esta tierra está presente en la iglesia católica, aunque fuera de ella se encuentren elementos eclesiales» (Acta Synodalia Concilii Vaticani III/1, 76).

2. Dominus Iesus IV párrafo 16: Con la expresión «subsistit in», el Concilio Vaticano II quiere armonizar dos afirmaciones doctrinales: por un lado que la iglesia de Cristo, a pesar de las divisiones entre los cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la iglesia católica. Por otro lado, «fuera de su estructura visible, pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad», ya sea en las iglesias como en las Comunidades eclesiales separadas de la iglesia católica.

3. Ut Unum Sint, n. 14: « Los elementos de esta iglesia ya dada existen, juntos, en su plenitud, en la iglesia Católica. Y, sin esta plenitud, en las otras comunidades».

4. Catecismo Iglesia Católica 818: «Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas, y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación. La iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos […] justificados por la fe en el Bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la iglesia católica como hermanos en el Señor» (Unitatis Redintegratio 3).

5. Catecismo Iglesia Católica 819: «Además, “muchos elementos de santificación y de verdad” (cf. LG 8) existen fuera de los límites visibles de la iglesia católica: “la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles” (UR 3; cf. LG 15). El Espíritu de Cristo se sirve de estas iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él (cf. UR 3) y de por sí impelen a “la unidad católica” (LG 8)».

6. Dominus Iesus IV párrafo 17: « Por consiguiente, aunque creamos que las iglesias y Comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la iglesia.»

7. Tomás de Aquino: «Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo.»

8. Unitatis Redintegratio 1: «El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo.»

9. Catecismo Iglesia Católica 821: Para responder adecuadamente a este llamamiento se exige:

• Una renovación permanente de la iglesia en una fidelidad mayor a su vocación. Esta renovación es el alma del movimiento hacia la unidad (UR 6);
• conversión del corazón para «llevar una vida más pura, según el Evangelio» (cf.. UR 7), porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo es la causa de las divisiones.
• La oración en común, porque «esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y pueden llamarse con razón ecumenismo espiritual» (UR 8).
• El fraterno conocimiento recíproco (cf.. UR 9).
• La formación ecuménica de los fieles y especialmente de los sacerdotes (cf. UR 10).
• El diálogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de diferentes iglesias y comunidades (cf. UR 4, 9, 11).
• La colaboración entre cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres (cf. UR 12).

10. Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación; parrf. 41-42 (católicos y luteranos):

«De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: Las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, la condena de las Confesiones Luteranas, no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica Romana, expuesto en la presente declaración. Ello no quita seriedad alguna a las condenas relativas a la doctrina de la justificación. Algunas distaban de ser simples futilidades y siguen siendo para nosotros “advertencias saludables” a las cuales debemos atender en nuestro magisterio y práctica».

Conclusión de todo esto:
¿Son las iglesias protestantes un medio de salvación?

El Magisterio aquí expuesto dice que sí, y su perfección viene de la perfección de la iglesia católica. Por lo que no debiéramos verlas como una amenaza, sino integrarlas. Eso es el llamamiento a la unidad que hace el Concilio de «reintegración de la unidad».

¿Se puede ser católico y No tener a los protestantes por hermanos?

Respuesta: no, a menos que eliminemos lo que dice el Magisterio de la Iglesia.
Existe el deber de orar con los no católicos, de conocerlos, dialogar y colaborar juntos.

¿Acaso leer el Catecismo es demasiado pedir a los católicos? El papa Benedicto XVI nos lo ha recordado recientemente en Alemania: «Profundizar la unidad entre católicos y evangélicos es esencial en este momento histórico. Vivimos en un tiempo de secularismo y como cristianos, juntos, tenemos la misión de hacer presente el mensaje de Cristo, hacer que sea posible creer. Estar juntos, católicos y evangélicos, es un elemento fundamental de nuestro tiempo, aunque no estemos unidos institucionalmente, aunque todavía haya problemas grandes, estamos unidos en el fundamento de la fe en Cristo.»

Si esto no nos gusta, eliminemos al papa por decir cosas inconvenientes, como a más de a un ultracatólico le gustaría. Desgraciadamente para quien no quiera ver todo esto, la mala noticia es que no aceptando esto se sitúa muy lejos del corazón de Dios porque como dice la Unitatis Redintegratio: «El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo (cf. UR 1).»

¿Es afirmar esto una manera de promover un ecumenismo relativista de mínimos?

Al contrario, el verdadero ecumenismo nace del conocimiento mutuo y del reconocimiento de las diferencias doctrinales.

Existe al respecto una declaración interesantísima que se dio en los Estados Unidos, llamada «Evangélicos y Católicos juntos» firmada por obispos y teólogos prominentes de la iglesia. En ella, lo primero que se hace es reconocer todo lo que nos separa y afirmar que las diferencias siguen ahí. No obstante, se puede y se debe trabajar juntos en pos del Reino de Dios.

El verdadero ecumenismo nace de la verdad, y aunque duele la división, no contemporiza ni relativiza, ni minusvalora las diferencias. Falta gente en la iglesia que tenga bien asimilado el tema del ecumenismo y el potencial de trabajar juntos católicos y protestantes. Esto pasa por los dos lados, no se crean que es un mal católico, de hecho el protestantismo moderno puede llegar a ser mucho más intolerante que el catolicismo actual.

Terminando. No espero mucha comprensión hacia mi persona, aunque sí me gustaría que no se matara al mensajero, sino que se discutiera el mensaje. Debatir es hermoso, siempre que se respeten ciertos límites.

Y conste, que temas como la salvación, revelación, escritura y tradición, no son cualquier cosa: en ellos está el asunto de la fe. Tristemente son los temas que nos separan, a protestantes y católicos, pero es mejor discutirlos en un foro de defensa de la fe, no a la hora de salir a evangelizar, que es a lo que nos llamó Jesús.

Personalmente soy católico, y defiendo el Magisterio de la Iglesia.

No me siento en la necesidad de recordarlo a cada minuto. Lo que yo creo está en el Credo y en el Catecismo de la iglesia, y como decía Bernanos: «Si algún día me apartaran de la iglesia volvería suplicante a rogar que me dejaran entrar, porque en ella he encontrado el pilar y fundamento de la verdad (cf. 1 Tim 3, 15) que no es otro que Jesucristo, quien siendo Dios mora en su iglesia, que es a la vez su cuerpo.»

Precisamente porque soy católico –o sea, Universal- oro al Dios vivo, leo su palabra, tengo un mismo sentir con los cristianos, y me siento edificado sobre los cimientos de los apóstoles y profetas (cf. Ef 2,19-22) y me siento en la obligación de «conservar la unidad en el Espíritu con el vínculo de la Paz» (Ef 4,3) aunque me tachen de lo que sea por hacerlo.

Quien tenga oídos para oír que oiga, y quien no, pues que rece por él mismo y por los que considera equivocados. Que reflexione sobre lo que la iglesia dice a través de sus pastores.

Fuente: REVISTA IÓN CORRIENTE ALTERNA | EDICIÓN 06.

 

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