ESTAR Y SER COMUNIDAD

Por Coral Medina, el March 1, 2023

 

Y considerémonos los unos a los otros para provocarnos al amor y a las buenas obras, no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, más exhortándonos, y tanto más, cuanto vean que aquel día se acerca” (Hebreos 10: 24-25). 

Nací en una familia católica, de Misa los domingos y días de precepto. De participar en Cuaresma y Semana Santa en todas las actividades religiosas. A los 14 años comencé a asistir a grupos de oración, luego hice el Seminario de Vida en el Espíritu: pero en ese momento no permanecí en comunidad. “Era suficiente”, Jesús y yo, asistir a Misa domingos y días de precepto; pero me faltaba algo, sentía un vacío en mi vida. Orando recibí la respuesta: “Para crecer debes estar en comunidad”. 

Participé en un retiro de evangelización e ingresé a una comunidad de jóvenes, donde escuché y me impactó la frase: Sin comunidad, tu fe se apaga y el mundo te traga. Así inicié mi camino tras las huellas de Jesús. En esta comunidad conocí al que hoy es mi esposo, pero luego de casarnos, dejamos de ser parte de ella.

Todos somos llamados a estar en comunidad, pero serlo es una vocación que el Señor pone en nuestros corazones. Hace 15 años iniciamos en una comunidad de parejas, donde comprendí el verdadero significado de “estar y ser comunidad”. 

Inicialmente todo es hermoso y maravilloso, mientras estamos felices y llenos del Espíritu Santo; pero poco a poco salen nuestras personalidades y temperamentos, vamos chocando con los demás miembros de la comunidad. Si no comprendemos que fuimos puestos allí por Jesús, para conocer lo que es amar al prójimo como a nosotros mismos, nos será muy difícil permanecer. Terminaremos alejándonos por cualquier motivo, nos iremos enfriando y dejando la comunidad… y el mundo nos absorberá. 

Amar a mis hermanos va más allá de mis sentimientos, es decidir aceptarlos como son: con sus defectos, virtudes, diferencias; sin juzgarlos ni tratar de cambiarlos. No esperar que reaccionen como yo lo haría o esperar que adivinen cómo me siento. Es un proceso difícil donde solo con la gracia del Espíritu Santo puedo ver y amar a mis hermanos como Jesús lo hace… y así aprendemos a tolerarnos, a ocuparnos, a amarnos más…cada uno a su manera y a su ritmo.

Muchas veces hemos querido tirar la toalla, pero aprendimos y comprendimos que es parte del plan de salvación que Dios tiene para nosotros. Que en comunidad, se fortalece nuestra fe, nuestro amor al prójimo, nuestro servicio y nuestro matrimonio. Y que fuimos unidos por el amor de Jesús en comunidad.

Creemos que Jesús nos puso ahí por una razón y aunque crecer individualmente sería más fácil, en comunidad es más fuerte y sólido. Jesús sabe lo que es mejor para nosotros.

Es la alegría de sentirnos acogidos, acompañados y amados por esos hermanos que Dios puso en nuestro camino, donde entre todos oramos por nuestras familias, nos apoyamos unos a otros, servimos comunitariamente y eso nos anima a seguir creciendo y sirviendo al Señor, juntos. 

Nuestra comunidad no es perfecta; pero, a través de ella, Dios nos muestra el camino hacia la santidad y al amor verdadero. 

 

– Francesca Pichardo de Rossi

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